podrán

podrán cortar todas las flores;

siempre habrá un hombre semilla.

viernes, marzo 04, 2022

SANTA EULALIA Y EL MIRTO EN TOTANA Y EN MÉRIDA.












Cuadernos de la Santa, nº 23. Fundación de la Santa de Totana. Murcia 2021, pp. 19 a 23. 

 

jueves, marzo 08, 2018

PREGÓN SEMANA SANTA 2018 DE CALAMONTE: LA VIDA DE JESUCRISTO COMO JUBILEO O LIBERACIÓN DE LA HUMANIDAD. Antonio Mateos Martín de Rodrigo.



Buenas noches y agradecido por vuestra presencia, estimadas autoridades religiosas y civiles, representantes de la Corporación Municipal, presidentes y hermanos mayores de asociaciones religiosas, hermandades y cofradías, tanto de Calamonte como de Mérida, especialmente mi agradecimiento a Dña. María José Trinidad Aparicio, Coordinadora del Grupo Parroquial de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de los Dolores.
También agradezco a MariJose, hija de mis queridos vecinos Encarna y José, la invitación para desarrollar este Pregón de Semana Santa.
Y a todos los presentes, calamonteños, emeritenses, familiares y amigos, también les agradezco su asistencia.
Para mí, es un considerable honor haber sido invitado a desarrollar este Pregón en la población en la que, desde hace siglos, han venido naciendo mis antepasados paternos; también mi hermano, nacido en la calle Arenal.
En octubre de 1971 mis padres decidieron su regreso a Calamonte tras la jubilación de mi padre.
Previamente, algunos domingos aprovechábamos para ver cómo iban las obras de nuestra casa en la calle Lope de Vega; aquellos domingos yo aprovechaba para ir a Misa del entonces denominado “Colegio”.
En él conocí a un cura joven, casi misacantano, oficiando la Eucaristía en un lugar, para mí, extraño, acostumbrado a iglesias muy antiguas y, digamos, de alto copete, tanto arquitectónico como artístico.
Era el, entonces “padre”  Don Antonio Bellido Almeida.
Entre las singularidades de aquella humilde capilla estaba la de situarse en un piso alto; sin embargo, tal como el cenáculo en el que Cristo instituyó la Eucaristía o hizo acto de presencia el Espíritu Santo el día de Pentecostés o se reunían los cristianos en sus asambleas eucarísticas durante los primeros siglos.
Como signo, sin embargo, de modernidad, para combatir el calor veraniego, conocimos y estrenamos, el aire acondicionado.
Bueno, Don Antonio me impactó sobremanera; aquel sacerdote, hecho a cal y canto en los nuevos y revitalizantes aires del Vaticano II, predicaba muy bien; extraordinariamente bien.
Y, aún hoy, su Palabra es considerada Palabra Mayor.
Y, además oficiaba y aún oficia de magnífico Poeta.
Cuando comencé a vivir en Calamonte, ya no volví a verle en el pueblo; pero sí volvimos a encontrarnos en algún que otro recital poético.
Luego, por fin, volvimos a encontrarnos en la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia; él como Director Espiritual y yo como Secretario.
De la amistad que establecimos entonces viene que hoy haya sido mi presentador, hecho que le agradezco profundamente.
Pero, regresemos a mis primeros momentos calamonteños.
Al llegar al pueblo trabé amistad con Andrés Moreno Carvajal y Abdón García Cabañas. Vívamente recuerdo nuestras reuniones a la caída de la tarde en el hogar de Andrés y Laly Solano en esta calle del doctor Marañón, para entablar también discusiones teológicas y compartir una sincera  y hermosa amistad.
Debo aclarar que, en aquella España aún nacional/católica, sin embargo, estaba prohibido o muy mal visto en muchos lugares públicos hablar tanto de política… como de religión.
Este Pregón, quiero que sea, como una venganza personal, entre comillas, pero muy afectiva para con ellos; Abdón, que debe de estar echando algún bruche dialéctico con algún ángel despistado entre algún trago de bicarbonato,  y Andrés, afortunadamente aquí presente; ambos, bastante mayores que yo en una docena de años y curtidos en mil experiencias humanas y conocimientos, me vapuleaban de vez en cuando, eso sí, amigablemente.
Por esta razón, y en justa reciprocidad, insisto, les dedico este Pregón, junto, claro, a Laly Solano, nuestra entrañable y querida anfitriona.
En estos momentos de recuerdos y homenajes, cómo no tener en cuenta a Pepe el Arriscao, hombre de fe y de obras, cuyo padre en el año de 1910, apadrinó y puso su nombre a mi tío materno.
Escribir este Pregón no me ha resultado fácil; los temas podían ser diversos; pero, la dificultad estribaba en elegir uno interesante y adaptarlo para que nadie se vea en la necesidad de incomodarse y salir a la rápida fuga, despavorido por un rollo insoportable.
No podía ser un tema poético sobre la Semana Santa porque soy poco semanasantero; tampoco podía ser Santa Eulalia como imitadora de Cristo, que ya desarrollé la idea aquí mismo en el año 2011.
Este guiño eulaliense a Calamonte lo pergeñamos Don Antonio y vuestro servidor en el restaurante El Briz de Mérida, en una cena de Navidades de la Junta Rectora de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia; paralelamente. a mi egoísmo procalamonteño, quería hacer un homenaje a los Esclavos de María y de los Pobres por su importante aportación a la Iglesia de Calamonte en los años finales de los años sesenta y principios de los setenta.
Os recuerdo que Don Antonio, perteneció a la Congregación fundada por don Leocadio Barrena Galán y que, por tanto, fue parte inicial de un proyecto pedagógico que no tuvo el desarrollo previsto.
Como anécdota diré que Don Leocadio nació en 1910, es decir, en el mismo año que el hermano de mi madre y que fueron a la misma escuela, la parroquial que Don Primitivo organizó en Calamonte siguiendo los métodos pedagógicos del Padre Manjón a través de Don Ezquiel Fernández, el denominado “cura obrero de los Santos de Maimona”.
El curso de estas escuelas parroquiales comenzó el 4 de junio de 1.916 en Calamonte, pero la fotografía es de 1917, porque mi padre, que aparece sentado, junto al tamborilero de la izquierda. tenía tres años.
Además, el pregón habría de ser algo muy distinto a una homilía de cura.
Habría de tratar, pues, un tema religioso; pero desde un punto de vista laico o, mejor, histórico, tratado eso sí, desde un punto de nueva consideración.
Y, es que, como decía mi amigo Ceferino López, el calamonteño más valioso y universal, el artista debe ser original, muy original.
A mi recuerdo vino que el mismo día en que MariJose me propuso este Pregón, alguien me pidió información para organizarle algo especial a Santa Eulalia; en realidad, me estaba pidiendo cómo preparar un Año Jubilar eulaliense.
Grande fue la decepción… que se llevó mi interlocutor al indicarle que en la Iglesia de Santa Eulalia de Mérida todos los años se realiza, perpetuamente, la posibilidad de recibir los beneficios espirituales de los Jubileos; esta Iglesia, la más antigua de la Península Ibérica, desde el 23 de septiembre de 2013, es una Basílica Menor a causa de su proclamación como tal por parte de  S. S. el Papa Francisco.
Por ello, hace unos años, escribí sobre el origen judío de los Jubileos cristianos para la Revista de Semana Santa de Mérida; y, entonces, me encontré con la gran sorpresa de que el primer Jubileo cristiano, en realidad, fue la propia Vida, Muerte, Resurrección y Ascensión a los Cielos del propio Jesucristo.
También era cosa de números, pero no de calculadora científica sino de echar las cuentas de la vieja y reaplicársela a la Teología.
Yo, para estas cosas de la Teología y otros negocios esenciales siempre me he basado en un pequeño secreto que compartiré con vosotros; en palabras del apóstol Mateo:  
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes”. Mateo11-25

Comencemos, pues.
ANTECEDENTES HEBREOS DE LOS AÑOS JUBILARES CRISTIANOS. LA SEMANA DE SIETE DÍAS. ALGUNAS DE SUS SIMILITUDES CON LA SEMANA SANTA DE JESUCRISTO.
Dice el Libro de la Sabiduría Pero tú todo lo dispusiste con medida, número y peso.
Por ello, el número 7 (o sea 6+1) dentro de la Teología y Liturgia hebraicas es uno de los de mayor uso, importancia y trascendencia al constituir tanto su base numeral real y simbólica.
Y todo porque, según el Génesis, Yavé había creado el mundo en seis días y al séptimo (el sábado) descansó; en memoria y seguimiento de esta creencia se estableció entre los judíos la Semana tanto Laboral como Religiosa; ésta ha tenido su continuidad entre los cristianos que sólo cambiaron el Sábado por el Domingo al tener éste por el día de la Resurrección de Cristo, según San Mateo.
Por tanto, el siete y sus múltiplos, subyacen en numerosos y diversos episodios muy importantes y esenciales tanto del Antiguo como del Nuevo Testamentos para indicar tiempos de cambios.
La razón es bien simple: el Antiguo Testamento, repito, es figura imperfecta del Nuevo o lo que es lo mismo: los sucesos del tiempo del Nuevo Testamento son la perfección  de los hechos del Viejo Testamento:
«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.", puso San Mateo en boca de Cristo para explicar el hecho
Así, la Semana Santa cristiana también se cierra en el Descanso en Paz de Jesús cuando antes de expirar exclamó la séptima y última palabra de su Crucifixión; “Padre, en Tus manos encomiendo mi Espíritu”.
Por el contrario, la Semana Santa de Jesús, comenzaba como aquel día en que Adán y Eva comieron el fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal y fueron expulsados.
De aquí, la sexta y penúltima Palabra del Cristo según San Juan: “Todo está cumplido”. Fin y final de la misión redentora de Jesucristo. Juan, 19: 30,
Y, es que si por Adán y Eva todos los seres humanos fueron expulsados del Paraíso según el Génesis, ahora, por Cristo, el pecado desaparecería y se abrían las Puertas del renovado Paraíso, ahora denominado “Nueva Jerusalén” en el Libro del Apocalipsis.
El Buen ladrón, pues, es imagen de la Humanidad pecadora que pide y obtiene la entrada en el Paraíso.
Esta semana, la Semana de las Semanas cristiana, finalizó con Cristo clavado en un Madero.
Ironías de la  Historia de la Salvación, que es la vida de Cristo, si como Hijo de Dios iba a sufrir la muerte más repugnante y execrable para cualquier humano de aquel entonces, menos cruel ironía fue que, para quien se había criado y hecho hombre haciendo muebles y aperos de labranza con los troncos y ramas de los árboles, su último suspiro lo elevase clavado en una cruz de madera.
Claro es, que si el Pecado de Adán y Eva surgió en una rama de un árbol, la definitiva solución salvadora de la Humanidad habría de venir de otro árbol.
El árbol paradisíaco de la Ciencia del Bien y del Mal tiene su paralelo  regenerador en el Árbol de la Cruz; por ello, si del bocado de aquel árbol paradisíaco salió la perdición del mundo, del bocado de este, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, se origina la salvación.
Y, si en siete días Dios creó el Mundo, en siete días Jesucristo sentó las bases para recrearlo en el bienestar definitivo; no es casualidad, que este hecho se cerrase con las Siete Palabras o Frases pronunciadas por el Cristo en la Cruz. Y que la primera fuese, insisto, que hoy estarás conmigo en el Paraíso, promesa al ladrón arrepentido,  y símbolo de la Humanidad que se reconcilia con Dios.
EL AÑO SABÁTICO JUDÍO.
A una escala de tiempo un poco mayor, y análogo al de la Creación, había entre los hebreos otra Semana o Ciclo sabático intermedio, también de proclamación divina según el Libro del Éxodo; éste se celebraba cada siete años, pero no tenía más finalidad que la de ser un año de descanso para la actividad agrícola y el ejercicio de la caridad con los extranjeros según el Levítico.
Por cierto, bueno sería, que todos los trabajadores, dispusiésemos de un año sabático, eso sí remunerado, cada siete años en vez de un injusto tiempo ilimitado en paro o en espera de una jubilación que se retrasa…
Consecuentemente, en este Año sabático se imitaba y celebraba de forma más prolongada, el descanso de Dios tras la creación del Mundo.

EL AÑO JUBILAR HEBREO.
El tercer y último Ciclo Sabático judío, basado, claro, en el número 7, era el Año Jubilar  propiamente dicho; en él se inspirarían directamente los años jubilares católicos y ortodoxos.
El Jubileo o Año Santo hebreo habría sido establecido por Yavé en el propio Monte Sinaí antes de la llegada a la Tierra Prometida, según consta en el Levítico.
La denominación de “Jubileo” procede del vocablo “yobel” que significa  “carnero” ya que se anunciaba a través de los sonidos del cuerno de este animal según el Levítico.
Este año Cincuenta o Año Santo o Jubilar era una Fiesta de suma importancia y gran trascendencia social según el Levítico; era la Gran Semana de la Semana judía, de forma que era la semana normal elevada al cuadrado (7x7 días +1), es decir, un Ciclo Sagrado de mayor consideración que los Ciclos de la Semana de Siete Días o del Año Sabático.
De aquí, que todos los  365 días del año 50 pasaban a ser como el sábado de la Semana normal y del Año Sabático; es decir, todo un año festivo y de descanso para las labores agrícolas.
El Año Cincuenta o del Jubileo era un tiempo Santo que no sólo afectaba a la recuperación de la propiedad agraria endeudada, también a la libertad de los siervos de origen israelita que hubiesen caído en la servidumbre o esclavitud entre sus propios hermanos por causas económicas como estableció el Levítico.(Le. 25, 10).
¿Os imagináis que este principio se aplicase ahora en tiempos de crisis?
Es decir, el Año del Jubileo judío tenía como fin la recuperación de la condición de hombre libre para el hebreo caído en desgracia tanto económica como social.
Así, el acreedor perdonaba las deudas y los deudores  recobraban la libertad y/o las propiedades.
A través del Jubileo Cristiano el hombre pecador no sólo recobraría la libertad respecto del pecado;  también recobraría la propiedad del Edén o Paraíso  perdido.
En esta consideración, pues, de recobrar la libertad y la liberación  respecto del Mal y sus circunstancias anejas, se basa directamente el Jubileo cristiano.


EL PRIMER JUBILEO CRISTIANO, LA VIDA DE CRISTO.
Según la Numerología Cristiana, en un principio muy importante para instruir a gente entonces iletrada, el valor de los años y de los días sería relativo para Dios; San Pedro, en su Segunda Epístola, establece su valor simbólico frente al real de días y años: Mas una cosa no podéis ignorar, queridos: que ante el Señor un día es como mil años y, mil años, como un día (II Pedro, 3, 8)
En el Cristianismo el Jubileo encuentra su primera expresión al inicio del ministerio público de Jesús de Nazaret: en palabras de San Lucas el Programa del Cristianismo era el siguiente:
"Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”.
Lucas, 4 – 16-19.
Claro es, que ahora no se trataba, insisto, de la simple liberación por razones económicas; se basaba en la promesa recogida  por el Génesis de  enviar un Salvador o, con más propiedad, un Restaurador de la Vida del Edén. Gén. 3, 15).
Esta Restauración se concretaría en la liberación de todas las consecuencias del denominado Pecado Original, arriba descritas, y la restitución de la amistad entre Dios y el Hombre.
Y, claro, la recuperación del trabajo sin el sudor del rostro y la lacra de las enfermedades e injusticias personales y sociales.
En esto estaban, también, de acuerdo, los antiguos idólatras; en palabras de Virgilio:
La gran hilera de los siglos empieza de nuevo. Ya vuelve también la virgen, el reino de Saturno vuelve. Ya se nos envía una nueva raza del alto cielo...  El suelo no sufrirá a los rastrillos, ni las viñas a las hoces; el forzudo labrador desuncirá entonces también los toros del yugo...”

Ahora bien, si el Jubileo hebreo sólo estaba destinado para los judíos, Cristo lo generaliza a todos los seres humanos; San Pablo, el Apóstol de los Gentiles, lo expresó nítidamente, al proclamar que ya no hay distinción entre judío y griego, entre esclavo o libre, entre hombre y  mujer. (Romanos 10, 12).

Entre los llamados a la bienaventuranza también se encontraban y aún se encuentran, cómo no, los palestinos de Gaza y Cisjordania, los negros que surcaron los mares en barcos negreros y los que ahora los surcan en cayucos y pateras, - al resto de los que sufren las malaventuranzas los dejo a vuestra personal inclusión-.

Por ello, si la Vida de Jesucristo es, pues, básicamente un Jubileo, el Jubileo por Excelencia desde el punto de vista cristiano, habremos de encontrar el número o la cifra simbólica 50 en ella.
En principio, sumaremos sus treinta años de Vida Oculta, sus tres años de Predicación más su Semana de Pasión y permanencia en los Infiernos constatados en Los Hechos de los Apóstoles; así obtendremos la cifra de 40. Hechos, 2, 30-32.
Pero, sólo hemos obtenido la cifra asociada a los Períodos de Purificación de “Cuarenta días o cuarenta Años”: los cuarenta días y cuarenta noches purificadoras del Diluvio en el Génesis, (Gén. 7, 17), los cuarenta años de permanencia penitencial del Pueblo Judío en el Sinaí (Éxodo 16, 35), los cuarenta días de ayuno de Jesús en el Desierto según el Evangelio de San Mateo (Mateo 4,2), los cuarenta días de la Cuaresma católica, etc.
Faltan, pues, 9 días para completar la cifra sagrada del número 50 (siete por siete más 1).
Los días que faltan los proporciona directa y, exclusivamente, el Evangelio de San Juan.
a.      El Primer día lo manifiesta la Resurrección de Cristo  porque Cristo resucita el primer día de la semana judía, es decir el Domingo según San Marcos.  (Marco 16, 9), presentándose a María Magdalena.
b. y los Ocho Días restantes también los determina San Juan al situar la segunda visita de Jesús a los Apóstoles tras el Domingo de Resurrección, ocho días después  (Juan 20, 26).
Y, para que no haya duda de que se trata de un Nuevo Jubileo, y en una escala cualitativamente muy superior, es decir, para la remisión de los pecados para con Dios y sus nefastas consecuencias, todos los Evangelistas lo proclaman (Mateo 18, 28, Marcos 16, 15-20. Lucas, 24, 44-49)
En ese Quincuagésimo -“día” o “año” y/o viceversa- de su Vida Terrenal Cristo lleva a cabo su Ascensión a los Cielos dando por finalizada su presencia visible en la Tierra.
Y todo, según San Juan,
Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él (Juan 3, 17).
Así, intento explicar que la Historia de la Humanidad según el Cristianismo se compone de dos partes; la anterior a Jesucristo es un reflejo con todo tipo de imperfecciones, las cuales quedan superadas en la Vida y Muerte de Jesús.
A su vez, la futura y perfecta Vida humana, la de la Nueva Jerusalén según el Apocalipsis, es la imagen, perfecta,  restaurada y definitiva, del Período conocido como Paraíso Terrenal.
Por ello dice el "Apocalipsis: “Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya-. Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y Él, Dios con ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado." Apocalipsis, 21, 4.
Esta forma de entender la Historia el Cristianismo fue radicalmente novedoso: para los pueblos idolátricos de la Antigüedad la Historia era la repetición una y otra vez de los mismos hechos con los mismos personajes, algo sin alguna enmienda ni tampoco esperanza.
A su vez, los judíos entendían y aún entienden que son el ombligo del mundo y de Dios.
Incluso, la inmortalidad y la dicha celestial sólo les aguardaba a los grandes personajes; por el contrario, el Cristianismo comenzó asegurándole la Liberación a los más humildes.
Llegados aquí, se impone una terrible pregunta: ¿Hasta cuándo la Humanidad ha de soportar los males del mundo hasta alcanzar el Jubileo definitivo?
La respuesta no sería menos humanamente dura: Cristo fue el primer mártir, pero tras Él el número de los mártires, según  el Apocalipsis, sería largo, alto y ancho:
".Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron. Se pusieron a gritar con fuerte voz: «¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por nuestra sangre de los habitantes de la tierra?». Se le dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperasen todavía un poco, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a ser muertos como ellos." Apocalipsis, 6, 9- 11.
En Calamonte hay una calle, muy concurrida en días de bodas, dedicada a uno de ellos.
Ellos y ellas, con su martirio, pues, plantan los peldaños de la Nueva Jerusalén, el Jubileo definitivo de la propia Humanidad.

Yo así lo creo  y lo refiero.

Buenas noches.


Nota Bene. Al día siguiente Su Santidad el Papa Francisco predeclaraba "Santo" al beato y mártir Monseñor Romero, el titular de la calle a la que hacía referencia.

domingo, marzo 26, 2017

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "MÉRIDA, LA BASÍLICA DE SANTA EULALIA Y PELAYO TÉREZ CORREA" de Antonio Mateos Martín de Rodrigo.





Doña Celia Porras presenta el Acto en representación de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia.

Dos miembros del grupo "Ubi Sunt?" cantan.


De izqda. a dcha. Don Luís Miguel González Pérez, Presidente de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia de Mérida; Don Juan Ángeles Cascos González , Rector y Párroco de la Basílica de Santa Eulalia, y Don Antonio Mateos Martín de Rodrigo, autor del libro.





Doña Celia Porras.


Don Juan Ángeles Cascos González.









D. Luís Miguel González Pérez.


















Don Antonio Mateos Martín de Rodrigo.








Añadir leyenda



Doña María del Carmen Yáñez Quirós, primera teniente de alcalde, a izda; a dcha, María Catalina Alarcón Frutos, Delegada de Servicios Sociales.

Con el el cuarteto del Grupo "Ubi Sunt?"



Con Don Antonio Bellido Almeida, anterior párroco y rector de la Basílica de Santa Eulalia.



A la dcha. Don José María Álvarez Martínez, Presidente de Honor de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia.


Familia Mateos Lavado; de izqda a dcha. María, Mari Ángeles y Alicia.



Con familiares, Lali, Pepe y María Antonia. 


Cuñados y sobrinos.





Con los miembros de la Junta Directiva de la Asociación de la Virgen y Mártir Santa Eulalia.

Fotografías y videos de María Álvarez Guerrero y de Francisco Javier Gómez Morcillo.